Ciencia LGBTI+ e inclusión de las Disidencias Sexuales

Hace cinco años escribía un artículo de divulgación científica sobre la lateralidad de las manos y los estudios1 que mostraban la evidencia (más convincente hasta ese momento) de las bases biológicas de la condición zurda. Las investigaciones en antropología física más recientes han aportado nuevos datos al respecto (e incluso puede aprender más en entretenidos videos de divulgación2). De la transición hacia la caminata bípeda de nuestros ancestros primates, fue publicado un artículo3 hace unas pocas semanas, ubicando tan importante evento en el homínido Sahelanthropus tchadensis (y ya no en la famosa Australopithecus Lucy o especies más recientes). Estos dos ejemplos muestran un poco del biologicismo que aún impera en nuestro impredecible siglo XXI. Pero, ¿Por qué estas investigaciones no son “taquilleras”, ni debatidas ni objeto de acaloradas discusiones pasionales, como aquellas del esencialismo biológico en torno a la diversidad sexual y demás disidencias? ¿Naces, te haces o te vives LGBTI+? ¿Patologizaremos a los feminismos y a la interrupción del embarazo? ¿Hay mentes predispuestas al uso de drogas o a ejercer trabajo sexual?

Los historiadores del futuro seguro juzgarán de “eugenesia moderna” las invasivas cuantificaciones de hormonas sexuales4,5 a las que actualmente deben someterse las personas intersexuales y transexuales que ingresan a competencias olímpicas y deportes de alto rendimiento, y eso, en caso de que la transfobia y discriminación les haya permitido llegar tan lejos o, cuando menos, les haya permitido seguir con vida—la esperanza de vida es de 35 años6 en esta población—. Las infancias trans y los deportes apenas son un preludio. ¿Eres lo suficientemente mujer o lo suficientemente hombre para entrar a tal o cual concurso de belleza? En el 2022 todavía hay un mercado diferenciado de productos rosas —vendidos a sobreprecio— para las damas, otro de viajes y mascotas para los gays (porque “los gays viajan más y tienen más perrhijos”) y otro para los aspiracionistas al modelo hegemónico de hombre blanco heterosexual occidental que se encuentra en la cima de los privilegios.

Y lo cierto es que no investigamos la condición bípeda ni cuestionamos la lateralidad (o a las personas zurdas), como sí lo hacemos con la orientación sexual o la identidad de género y autoadscripción de las personas: metiendo juicios de valor, desacreditando las experiencias de vida o actuando con la más mínima empatía hacia las poblaciones estudiadas. El sexo, el trabajo sexual, las drogas, la maternidad por elección o las identidades LGBTI+ han sido algunos de los grandes tabúes históricos de todos los tiempos. Lo anterior (de forma bastante irónica) también desarma el primero de los argumentos conservadores que quiere ver como una moda (y algo que “antes no pasaba” o “no es natural”) a algunos fenómenos sociales que siempre han estado presentes a lo largo de la humanidad.

¿Qué puedo escribir yo que no hayan dicho ya mis pares —activistas o científicos— antes? Si todo sale según los planes del Imperio Gay (ese enemigo imaginario que la fracción conservadora se inventó), este texto será algún día anacrónico, como también nuestras pretensiones de activismo social y las marchas y los esfuerzos individuales y colectivos en los que llevo trabajando durante una década (y mis predecesores llevan muchísimos años más) a favor de la promoción de los derechos humanos de las, mal llamadas, minorías y de la divulgación de las ciencias naturales y exactas con perspectiva interseccional. A no ser que exista un improbable retroceso social, así será.

Existen ya numerosos estudios y estadísticas que muestran los efectos negativos de la discriminación y homofobia hacia los recursos humanos ocupados en ciencia y tecnología7. Hallará también una miríada de biografías, testimonios y estudios de corte cualitativo sobre personas científicas pertenecientes a la diversidad sexual de todas las épocas, compilados en bases de datos de libre acceso (uno de ellos, el primer listado en español de personas científicas LGBTIQA+ que yo coordino, con decenas de recursos humanos ocupados en ciencia y tecnología que se encuentran activamente laborando8). Hay congresos especializados, memorias de congresos, publicaciones arbitradas, baños neutros en facultades científicas e institutos de investigación, comisiones internas de género, muy creativas propuestas de talleres interseccionales y materiales científicos inclusivos9.

Lo que hace falta es trabajo de base en materia de sensibilización (para hacer de la inevitable transición hacia la inclusividad un eficiente proceso pacífico). Hace falta coraje y brío por parte de los tímidos investigadores de closet y poco politizados docentes, operarios y tecnólogos. También hacen falta mucha cultura y alfabetismo científico entre los liderazgos activistas sociales. Urge discutir estos temas de forma interseccional y multidisciplinaria. Debemos interesar a los científicos naturales y exactos en los temas sociales y estudios de género, tanto como involucrar a los científicos sociales, activistas de calle y grupos vulnerados en temas de ciencia. No importa que seamos muchos pretendiendo hacer lo mismo (y existan muchos materiales y muchos recursos legales y muchas buenas intenciones a favor de la inclusión), lo cierto es que seguimos siendo pocos.

A la fracción detractora le hace falta entender que compartir sus privilegios (que no se van a acabar) es un precio razonable a pagar a cambio de integrar a la diversidad dentro de las academias y dentro de la ciencia. En un símil ecológico, la homogeneante y sencilla solución de suprimir (por comodidad) la pluralidad y eliminar artificialmente la diversidad biológica de especies vegetales ya nos mostró la devastación en casos históricos, como llevar una variedad entera de plátanos atacados por el hongo Fusarium a la extinción o la filoxera que casi terminó con la cepa de uva carmenere11.

Referencias:

  1. Sebastian Ocklenburg, et al. (2017) Epigenetic regulation of lateralized fetal spinal gene expression underlies hemispheric asymmetries. https://doi.org/10.7554/eLife.22784
  2. PBS Eons (2021) How Humans Became (Mostly) Right-Handed. https://www.youtube.com/watch?v=vb11oOHYNXM
  3. G. Daver et al. (2022) Postcranial evidence of late Miocene hominin bipedalism in Chad https://doi.org/10.1038/s41586-022-04901-z
  4. M.L. Healy et al. (2014) Endocrine profiles in 693 elite athletes in the postcompetition setting. doi: 10.1111/cen.12445
  5. Stéphane Bermon et al. (2014) Serum androgen levels in elite female athletes. doi: 10.1210/jc.2014-1391
  6. CIDH (2020) Informe sobre Personas Trans y de Género Diverso y sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. https://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/PersonasTransDESCA-es.pdf
  7. Jeremy B. Yoder & Allison Mattheis (2015) Queer in STEM: Workplace Experiences Reported in a National Survey of LGBTQA Individuals in Science, Technology, Engineering, and Mathematics Careers https://doi.org/10.1080/00918369.2015.1078632
  8. https://www.personascientificaslgbtiqa.com/
  9. www.divu.mx
  10. Concha y Toro (2014) Historia del Carmenere https://conchaytoro.com/blog/historia-del-carmenere/