La química detrás de un beso.
Darse un beso es una práctica cotidiana que los humanos practican desde tiempos inimaginables para demostrar cierto afecto hacia la otra persona. ¿Alguna vez te has preguntado todo lo que pasa dentro de tu cuerpo al besar a alguien?
Nuestros cuerpos liberan miles de sustancias químicas cuando realizamos cualquier tipo de acción, desde correr 5 km hasta ver a lo lejos a niños reírse. Cuando dos personas se besan hay una liberación de hormonas y neurotransmisores que se relacionan directamente con el placer, la felicidad y el apego [1].
Incluso existen diversos estudios que refuerzan la hipótesis que el besar mejora, en pequeñas cantidades, los sistemas inmune y cardiovascular, así como balancear los niveles de colesterol y presión sanguínea.
Aún cuando la acción de darse un beso suele verse un poco simple, para tan solo hacerla, 34 músculos faciales participan en ello. Músculos del cuello, linguales, de los labios, oculares y de la cabeza se coordinan de tal forma que se crea una increíble danza muscular para poder lograr darle un beso a aquella persona especial.
Primero que nada, los músculos de los labios, aquellos que permiten esa conexión peculiar entre ambas personas, en donde el orbicular resalta entre los demás. Entre aquellos que encargados de mover los labios se encuentran los cigomáticos mayor y menor, el elevador del labio superior y el depresor del labio inferior [2]. No hay que olvidarnos de aquellos que nos permiten abrir y cerrar la boca, el masetero y temporal.
Al dar un beso más apasionado, usamos mucho más que solo la boca. El geniogloso, palatogloso, estilogloso e hiogloso son aquellos músculos que nos permiten mover la lengua [2]. Igualmente aquellos que nos permiten abrir, cerrar y mover los ojos y mover le cuello y la cabeza son increíblemente importantes para poder adoptar una postura cómoda para nosotros y nuestra pareja.
Millones de años atrás, nuestros labios no tenían la misma sensibilidad que tienen hoy en día, esto cambió desde que el aparearse no solamente se limitaba a épocas de celo. Aún cuando nuestros antepasados se guiaban por el aroma de las feromonas de otro individuo, en algún momento de la evolución el beso pasó a formar parte de las acciones que el humano toma para encontrar una pareja ideal para aparearse [3]. Esto igual dio lugar a ver también la sexualidad como medio de unión y no meramente para la reproducción y supervivencia de nuestra especie.
Como se mencionó anteriormente, el contacto físico forma parte de las acciones que se hacen al momento de besar y este hecho no solo se limita al ser humano. Mamíferos sociales ocupan este tipo de tacto para poder reforzar los vínculos que tienen con el resto de la manada, para así cooperar entre sí. Para el ser humano, el contacto físico es una señal de reforzamiento de vínculos emocionales, ya que transmite seguridad y comodidad por parte de la otra persona [3].
Aún cuando miles de cosas pasan dentro de nuestros cuerpos y suene como un trabajo exhaustivo cuando besamos a alguien, las sensaciones durante y después de hacerlo realmente valen la pena.
Imagen 1 obtenida de OpenStax, CC BY 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by/4.0, via Wikimedia Commons.
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