Juventudes y biotecnología en la política exterior
La Asamblea General de las Naciones Unidas, durante su septuagésima primera sesión ordinaria del 6 de diciembre de 1988, aprobó la resolución 43/61 y proclamó la «Semana Internacional de la Ciencia y la Paz» para ser celebrada todos los años durante la semana del 11 de noviembre. Posteriormente, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), proclamó el 10 de noviembre de cada año a partir del 2002 «Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo». Y si bien es cierto que ambos eventos merecerían un mayor tratamiento, rescato que cuando se habla sobre estos, traer a la biotecnología a la discusión internacional es fundamental, pues tal disciplina afecta de manera considerable a la paz, el desarrollo, la seguridad internacional, la salud global, las acciones contra el cambio climático y más. A la luz de lo anterior, resulta de máxima importancia que la política exterior sea de interés para las juventudes en aras de promover, particularmente, el aprovechamiento de la biotecnología para el desarrollo de América Latina y el Caribe (ALC), y sobre lo cual, tocaré algunos puntos a continuación.
Durante las últimas décadas, la biotecnología ha cobrado cada vez más relevancia en las relaciones internacionales. Diversas entidades de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)–a partir de las resoluciones 72/242 y 73/17 de la Asamblea General–reconocieron a la biotecnología como una de las tecnologías que ofrecen grandes oportunidades para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Esta es, con todo y sus áreas de mejora, considerada el marco multilateral más ambicioso desde la Carta de las Naciones Unidas de 1945. Asimismo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) identificó en su primera cumbre a la biotecnología como uno de los temas de interés regional; sus miembros subrayaronla necesidad de intercambiar experiencias, transferir tecnología, facilitar el acceso a la información y fomentar la cooperación intra-Celac y Sur-Sur con terceros países en esta materia. De igual modo, diversas voces en ALC apuntan que la política exterior del siglo XXI no debe ser diseñada solo por los Estados, sino también por la sociedad civil a través de los denominados «mecanismos de diplomacia ciudadana».
No obstante lo anterior, uno de los retos actuales de la región es la escasez de espacios expeditos, incluyentes, justos, transparentes y vinculantes mediante los que las juventudes puedan incidir, de manera más eficaz, en las decisiones de las políticas interior y exterior que toman los Estados en torno a la biotecnología como motor del desarrollo sostenible. A propósito, resalto el vocablo «juventudes» en un esfuerzo de reconocer la pluralidad de los espectros económicos, políticos, étnicos, lingüísticos, culturales y sociales de donde provienen las personas jóvenes de «Nuestra América» (en palabras de Martí), mismos que deben ser considerados en las políticas públicas orientadas a promover la participación de este sector en el ámbito de la biotecnología y el desarrollo.
Ahora bien, la resolución del reto mencionado previamente podría traer ventajas para el entorno de la biotecnología en ALC: diseñar y mejorar los indicadores sobre el impacto de las innovaciones, las investigaciones, los desarrollos, y la creación de empresas en el cumplimiento de los ODS; explorar nuevos modelos de sinergia entre academia, industria, gobierno y sociedad civil para la ejecución y financiamiento de proyectos; crear nuevos espacios de consulta para la elaboración informada de legislaciones y políticas públicas; visibilizar un mayor número de voces de los grupos vulnerables y oprimidos de ALC respecto a la biotecnología; incrementar mecanismos de implementación, seguimiento, evaluación y rendición de cuentas en las acciones y los programas gubernamentales involucrados; y en general, reducir algunas deficiencias en la cooperación y la gobernanza regionales relacionadas con esta tecnología.
En ese tenor, sostengo que a las juventudes nos concierne y compete interesarnos y, si es posible, involucrarnos en la política exterior en lo referente a la relación entre la biotecnología y el desarrollo de nuestra región. Empero, ello nos demandaría–de manera enunciativa, mas no limitativa–capacitarnos y actualizarnos en temas de relaciones internacionales, legislación, política pública, ciencia política, participación ciudadana y asesoramiento gubernamental. De asumir esta responsabilidad, contaríamos con mayor preparación para:
I. analizar la relación de la biotecnología con la cooperación internacional, la legislación, la política pública y la participación ciudadana a efecto de identificar oportunidades y elaborar propuestas de desarrollo sostenible;
II. fomentar que jóvenes de ALC afines a la biotecnología consideremos a la diplomacia, la política pública, la legislación y el asesoramiento gubernamental, como profesiones serias, dignas y necesarias para la región;
III. promover los intereses de la sociedad civil juvenil en foros nacionales e internacionales relacionados con la biotecnología;
IV. impulsar la apertura de mayores espacios afines a la biotecnología para la participación directa de la sociedad civil juvenil; y
V. contribuir a que jóvenes de ALC afines a la biotecnología encontremos en las ciencias sociales y humanidades beneficios personales, intelectuales y profesionales.
Finalmente, deseo reiterar que este escrito ha tocado una muy modesta parte de las reflexiones en torno a la biotecnología y el desarrollo, derivadas a su vez de la titánica temática de la ciencia, la paz y el desarrollo, y todo el andamiaje político y diplomático que le da soporte. No omito señalar que dichas reflexiones también deben emanar de perspectivas más críticas (como aquellas tratadas en los estudios decoloniales, por ejemplo), y de espacios más allá de los institucionales, dominantes y hegemónicos (como los colectivos latinoamericanos y caribeños que luchan por sus causas y derechos). En cualquier caso, continuaré abogando en este y otros espacios porque las juventudes nos involucremos y participemos más en la política exterior para el aprovechamiento de la biotecnología en el desarrollo de nuestra región.
Fotografía: de la Cancillería del Ecuador; cumbre de la Celac 2015, en Costa Rica. Via Flickr
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