Valeria Souza. La bióloga mexicana que junto a la NASA salvan un paraíso

Artwork de Valeria Souza

                En ocasiones, uno tiene el grato placer de realizar una entrevista a investigadores de altísima trayectoria y valiosísimos conocimientos. Gente capaz de cambiar el mundo usando la pipeta y la pluma. Sin embargo, resulta ser una oportunidad única el entrevistar a una Valeria Souza Saldívar, quien presenta un inusual equilibrio entre la sabiduría y la humildad. Entre el carisma y una vida anecdótica; y entre el amor a la biodiversidad y la responsabilidad por las futuras generaciones.  Hacer una nota no haría justicia a su historia ni trayectoria. Sin embargo, servirá para introducirnos a la vida de aquella investigadora que, a sus recién cumplidos 64 años, lucha por salvar una parte de la historia de nuestro universo que no se encuentra más que en santuario de 4 Ciénegas.

Los inicios de una futura investigadora

Valeria Souza se consideró destinada a ser una mujer de ciencia desde chica. La belleza de la naturaleza le llamaba la atención y el entender porque había tantas flores, animales y estrellas en el cielo era algo que nadie le podía responder. En una navidad, cuando tenía aproximadamente 10 años, salió la enciclopedia TIME LIFE y su mamá se las regaló a sus hermanos y a ella.

“Ahí estaba la llave del secreto, solo había que saber usarla”.

Una de las publicaciones de esta revista era sobre el ADN y ahí estaba “la doble hélice con su elegante simplicidad, lista para ser decodificada.” Desde entonces quiso, no solo estudiar la vida, sino, tal como lo manifiestó:

“El secreto detrás de esa doble cadena que guardaba en ella todo lo vivo que existió y existe. Sobre las estrellas ya no seguí preguntando demasiado, aunque leía todo lo que se me apareciera. Tengo la gran suerte no solo de haber nacido feliz, sino con un cerebro que ve patrones a gran escala y desde niña seguí mi intuición sobre qué era lo que esos patrones me estaban diciendo.”

En su historia de infancia, su madre le decía que era “tremenda”, inquisitiva, llena de energía y extremadamente creativa, tanto para travesuras como para pintar, esculpir y enseñarles a sus propios “peluches” sobre la importancia de aprender.

Valeria creció en una galería de arte rodeada de pintores e intelectuales, por lo que la creatividad y sentido nato de estética no fue una sorpresa para nadie. Estudió en algunas escuelas francesas, donde aprendió a leer y escribir en francés, pese a que en sus propias palabras: “no tengo una pisca de sangre francesa!!” Posteriormente, entró a un colegio de monjas y aprendió más acerca de su país y como se escribía en español. En esta escuela, la atrasaron 3 años por no tener idea de quien era Benito Juárez o donde estaba su nativa Oaxaca. Como se aburría enormemente, se dedicó a leer muchísimo.

Valeria creció en una familia compleja con estándares muy altos sobre la belleza. Su papá, siendo crítico de arte y galerista, y su mama, con un alto sentido de la elegancia y la poesía. La familia de su madre era “como una tribu” y cuando sus padres se divorciaron, se mudaron con su abuela al centro de “esa tribu”. En esta última, todos tenían opiniones, pero nunca estabas solo. Todos sus tíos se volvieron sus tutores de diversas disciplinas, y su abuela el centro de toda “esa tribu.” Valeria Souza lo recuerda de la siguiente forma:

“Esa es una gran fuerza, el sentir que no importa desde donde te lances, no estas en el vacío, hay una enorme red de amor que te va a cachar.” Es tal vez, por eso, que Valeria creció sin miedo alguno.

Inicios de una carrera y una pelea por las causas sociales

Durante su etapa pre-académica, sus años de juventud y durante la preparatoria, inició con su entrada al Colegio Madrid. Y “ante el desmayo familiar”, se volvió anarquista y luchadora de las causas sociales. Continuó su trayectoria en Amnistía Internacional, y atendió a varias marchas por la libertad de los presos políticos (entre 1974-78). Posteriormente, fue aceptada en la UNAM: “El verdadero paraíso del pensamiento”. En esta generación, había gentes brillantes con las que se podían tener argumentos sobre absolutamente cualquier tema, y “para colmo de la felicidad” el chico más listo de la generación, el más guapo ante sus ojos, y a quien “le parecía francamente divertida”, continuó con sus vidas “entretejidas” entre ciencia, arte y pensamientos de futuro.

Su carrera universitaria la inició en la UNAM a finales de 1978 y, posteriormente, decidió emprender sus estudios en el ramo de la Biología en la Facultad de Ciencias, la cual concluyó en el verano de 1990 tras recibir su Doctorado en Ecología. Así, Valeria Souza se convirtió en una de las precursoras de la primera generación de graduados en este ramo.  En esa etapa, conoció a su actual esposo, el Dr. Luis Eguiarte, con quien procreó a su primer y único hijo varón, Luis Felipe. Para Valeria Souza, su esposo “ha sido un regalo de suerte por su razonamiento lógico y por su inmenso apoyo para que lograra alcanzar su meta profesional.”

Su segundo regalo de suerte fue el tomar la decisión de realizar un posdoctorado con el Dr. Richard Lenski, y el de “ser participe dentro de sus primeros experimentos con sus líneas de evolución experimental, los cuales nos siguen sorprendiendo.” Rich, como Valeria le llama, no solo ha sido un gran mentor, sino también un gran amigo, ya que su confianza en su futura carrera le dio un gran empuje. Al ser contratados Luis y Valeria en el entonces Centro de Ecología de la UNAM, se les abrieron un mar de posibilidades. Para entonces, ya había nacido su segunda hija, María Antonia.

Su trayectoria científica tal como la conocemos inició al lograr obtener la Beca MacArthur, la cual, académicamente, la empodero a relacionar la ciencia con la sociedad. Esta beca era para “mujeres” y para el medio ambiente. En esta etapa, Valeria comenzó a relacionarse profesionalmente con antropólogos y sociólogos en diversos proyectos sociales. Además, también realizó estudios sobre la diversidad genética de Rhizobium bajo diferentes regímenes de cultivo en el estado de Puebla. En ese mismo lapso, continuó con un proyecto sobre el papel de la recombinación en la estructura genética de bacterias, para la cual utilizó como modelos a Escherichia coli y Rhizobium.

Llegada al paraíso de 4 Ciénegas

La línea de trabajo previamente descrita le brindó el sustento técnico y teórico para llamar la atención de la NASA, logrando que la invitaran a participar en Cuatro Ciénegas en 1999. Esto se concretó en el tiempo preciso, ya que en sus propias palabras:

 “Si hubieran llegado antes a este oasis, no hubieran tenido las herramientas ni teóricas ni metodológicas para enfrentarlo y, si hubieran llegado unos 2 años después, no hubieran tenido nada que estudiar, ya que en el 2002 inicio una gran expansión agrícola en el valle, localizado al Sur de sus lugares favoritos.”

En este tiempo, su mundo cambió completamente, al entender que todo lo que había aprendido en sus dos bacterias modelos no se aplicaba a lo que estaban analizando en este lugar extraordinariamente bello, frágil, y enigmático. Sin duda, llegar a Cuatro Ciénegas fue como descubrir una mina de oro de conocimiento y de gran compromiso con el futuro de México.

 En el 2002, ella y su esposo se percataron y preguntaron del por qué había tantas especies en este sitio tan pobre en fósforo. Primero, tenían que enfocarse en salvarlas de la rapiña de los ganaderos grandes y pequeños.  Para ello, uno de sus principales trabajos sociales yació en dejar claro que, tanto para salvar Cuatro Ciénegas como el entenderla, era una tarea de muchos. En el 2006, el decaimiento de Cuatro Ciénegas era evidente, pero afortunadamente, también salió el primer artículo sobre porque este sitio necesitaba ser salvado para poder comprender los mares primitivos.

 En su experiencia, se demostró que en México la buena ciencia puede ser una herramienta política, ya que se desató una batalla campal por el agua, la cual espera, se vaya a ganar al largo plazo. Para ello, Valeria piensa que no solo se logrará cambiando las leyes ni las visiones de los políticos, sino también cambiando la mente de los niños de Cuatro Ciénegas a través del Arte y la Ciencia. Para poder salvar y describir a este paraíso de biodiversidad, tuvieron que trabajar lo más rápido posible con el apoyo financiero de CONACyT, UNAM y Fundación Carlos Slim. El máximo privilegio de su vida, sin duda, ha sido trabajar con los niños de Cuatro Ciénegas. Trabajar explicándoles que la ciencia es una forma de pensar sobre el futuro y que ellos tienen todo en sus manos para volverse dueños de ese futuro.

La visión de Valeria Souza entorno a un futuro científico y académico en México  

La Dra. Souza también explica que los artículos científicos que se han producido en el camino son solo formas de contar historias. La manera en que se narran esas mismas tradiciones tiene que ser formalmente y, a la vez, transformadoras, ya que en cada artículo se siembra una semilla de futuros pensamientos y de preguntas por contestar. En esta última etapa de su carrera científica, Valeira espera tener un mayor compromiso en cuestiones más filosóficas y profundas sobre la pregunta que ha mantenido en su cabeza desde niña, ¿Por qué hay tantas especies?

La línea de investigación de Valeria Souza Saldívar actualmente está interrelacionando la teoría ecológica con la evolutiva en un concepto central que es el de “nicho.” La razón por la que Cuatro Ciénegas es tan especial, es que ha mantenido ese “nicho” por cientos de millones de años. “Existen estas preguntas de gran reflexión: ¿Cómo se hizo?, ¿Qué tienen que ver las interacciones entre los miembros de la comunidad con la evolución?, ¿Será la comunidad cohesiva, la unidad de selección?”

Valeria espera que las generaciones más jóvenes de científicos (como lo son los alumnos que ella ve en el primer semestre en la UNAM) sean cada vez más capaces y comprometidos con la sociedad. En sus ojos, no tiene la menor duda de que vamos bien. Tal como ella piensa:

 “A pesar de todo lo que hagan los políticos, nosotros como académicos y como comunidad estamos haciendo algo bien, ya que somos el orgullo de México.”

Según como opina Valeria, “Eso no pasa, por ejemplo, en Estados Unidos, donde el desprecio por la ciencia y la inteligencia es enorme en una parte importante del país”. Por lo que invita a reflexionar:

“¿Qué nos hace tan especiales en México?

Para ella, parte de ello es que la educación es pública y no se ve como un privilegio de unos cuantos. Aunque también es que la UNAM, al ser la universidad nacional, nos fija el sello MÉXICO en las venas, por lo que el compromiso con el país es ineludible y debe de ser profundo. La ciencia, no como propaganda, sino como un producto de extraordinaria calidad, debe de buscar no solo educar a las generaciones futuras, sino también transformar ese futuro.”

¿Qué podemos decir de Valeria Souza, como persona?  

Sus logros más importantes han sido, según ella lo expresa:

En primer lugar “el tener dos hijos adultos extraordinarios, empáticos, razonablemente felices y que seguro tendrán los futuros que ellos decidan elegir”.

En segundo lugar, “hacer que Cuatro Ciénegas sea un sitio importante para estudiar y conservar, no solo por nosotros, sino por todo el país.”

Formar su propia familia ha sido uno de sus logros más valiosos. Luis y ella, criando a Felipe como becario de doctorado, fue sumamente significativo, ya que tomó toda una comunidad el sacar adelante a un niño. Para ello, la red de hermanos, tíos y primos siempre fue de gran apoyo. Cuando nació María, según sus palabras:

“…en una tormenta de nieve al final del posdoc,”

ya tenían compromisos de trabajo en México en la UNAM, así que “generaron una dinámica virtuosa entre los 4”. Un balance entre la familia.  Ser uno mismo a través de la creación de belleza y trabajar contestando preguntas emocionantes en evolución y ecología. Claro, poniendo en claro que la prioridad número uno eran los hijos y la segunda era la chamba. La creación era para los tiempos libres, prioritariamente con sus hijos, y después para ella misma.

En la actualidad, su hijo Felipe estudia el doctorado en historia de la Ciencia en la Universidad de Minnesota en Minneapolis y, su hija María, quien estudió artes visuales en la Esmeralda y se recibió hace 4 años, se ha recibido este mismo día como maestra en artes visuales en la Universidad de California San Diego (UCSD) .

Valeria a futuro se percibe como una persona más serena y centrada.

 “Estoy descubriendo el yoga y la cerámica en el torno, donde debes dejar fluir las cosas y no tratar de controlar sino dejar fluir. Eso de volverme más Zen de alguna manera creo que me va a ayudar a pensar más profundamente. Igual que la arcilla no obedece más que a las leyes de la física y uno debe de ser humilde y no pelear con la gravedad, así uno debe de buscar su verdadero centro de gravedad y partir de ahí.”

Al entrar a su tercera etapa de mi vida, Valeria Souza Saldívar espera ser aún más feliz, gozar cada minuto y enfrentar cada pregunta con toda su energía y creatividad. Pero también, con humildad y la certeza de que solo podemos llegar hasta donde los datos nos lleven.