Esta popular metáfora, atribuida por primera vez a Bernardo de Chartres, es repetida decenas de veces a modo de recuerdo y respeto por aquellos que nos han precedido en esta proeza llamada ciencia. Gracias a estos colosos del saber, tenemos a nuestro alcance una mayor visión del fértil campo del conocimiento; y no porque los nacidos en años posteriores desarrollamos una vista más aguda, sino porque edificamos nuestras vidas sobre los rascacielos que han construido estas personalidades. Por tanto, se me hace justo tomar el compromiso de rendir un homenaje ocasional para aquellos gigantes mexicanos de la ciencia. Mientras no tenga el placer de otorgar un premio o una medalla, podré hacer este homenaje en el formato de pequeños artículos biográficos.

Cuando se tiene la intención de comunicarse con una persona de la talla de Dr. Xavier Soberón, uno se trastoca eufóricamente al enterarse que tendrá un cachito de tiempo de su agenda.  Este gran personaje tiene una trayectoria sumamente notable en el campo de la investigación científica, así como también en la gestión directiva y el trabajo colegiado. Del valioso tiempo que nos brindó, buscaré relatarles todo aquel dato que no se me haya escapado. Espero que este artículo pueda enriquecer su visión sobre la historia científico y del director. Sobre el académico y el hombre.

El Dr. Francisco Xavier Soberón Mainero nació el 9 de noviembre de 1955, en el Distrito Federal. Contrario a lo que muchos puedan pensar, no existe ningún científico en su ascendencia; ni por el ramo paterno como tampoco por el materno. Xavier recuerda a su hermano mayor (quien se desempeña actualmente como científico) como la persona que probablemente le inculcó su gusto por esta área del conocimiento. Desde la primaria, las ciencias naturales le resultaron muy sencillas de entender; y bien relata, tenía interés por la biología y las matemáticas.

 Tras entrar a la escuela secundaria, Xavier Soberón empezó a profundizar más su interés científico por parte de la química. Sin embargo, en el segundo año de preparatoria, tuvo su primer gran acercamiento con la biología molecular y la bioquímica. En el tercer año, tuvo un profesor de bioquímica quien fue sumamente influyente para él. Finalmente, y tras terminar la preparatoria, decidió estudiar Química en la Universidad Iberoamericana; escuela donde ingresó en el año de 1974 y terminó sus estudios en 1978. Su tesis de licenciatura trató sobre el ADN recombinante.

Soberón ha realizado algunas estancias de investigación en los Estados Unidos; principalmente en California, en donde ha estado en el City of Hope Medical Center y en la Universidad de California. Aquí en México, Soberón fue alumno de otra gran celebridad de la biotecnología mexicana: Bolívar Zapata. Junto a él, publicó el artículo: CONSTRUCTION AND CHARACTERIZATION OF NEW CLONING VEHICLES IV. DELETION DERIVATIVES OF pBR322 and pBR325; siendo Xavier Soberón el primer autor. Esta es la cuarta parte de una serie de artículos revolucionarios del Dr. Bolívar Zapata, donde han participado titanes de talla histórica como Herbert Boyer.

No obstante, este trabajo de Soberón destaca enormemente por utilizar un método de secuenciación de ADN; algo sumamente nuevo en esa época. En este caso, se usó la metodología de secuenciación Maxam-Gilbert tras solo 2 años de su publicación. Con base en esto, podemos constatar en este artículo la primera secuenciación de ADN realizada en México. La primera determinación de una secuencia nucleotídica, en las manos de un joven, pero hábil Xavier Soberón.

Su investigación se ha centrado en el desarrollo de biofármacos, vacunas, en la biocatálisis, y en la síntesis del ADN. Con un poco de añoranza, contrasta el cómo ha evolucionado esta última tecnología en todos estos años. Dice él que, a inicios de su era como científico, un oligo sintético podía costar hasta $6,000 dólares americanos. Actualmente, un oligo puede costar únicamente $6. El Dr. Xavier Soberón vivió la transición de la síntesis manual de ADN, a la síntesis automatizada, cuyos beneficios en la actualidad gozamos todos en nuestros experimentos.