La Divulgación y el Periodismo de la Ciencia en el Universo Digital

El ser humano es un Homo narrans, como nos definió el escritor sueco Henning Mankell, en sus memorias Arenas movedizas, y ahora más que en ninguna otra época lo vemos día con día en los medios impresos tradicionales, pero sobre todo en las redes sociales y en las páginas de internet, ya que cada usuario cuenta su historia, allí se atisban trozos de su vida, sus rutinas diarias o lo que les sucede día con día; aunque también es cierto que algunos comunican opiniones, recomendaciones, noticias y contenidos de diferentes disciplinas.

Pero finalmente se practica con buenas o malas artes el oficio de narrar, que sin ánimos de caer en el lugar común es el más antiguo del ser humano, ya que la tradición oral comenzó seguramente alrededor del fuego en la prehistoria.

De esa narración al final de la jornada de cacería o recolección de frutos, hemos llegado a la actual era de la información, en que el desfile de fragmentos de la cotidianidad nos remite a la aldea global que Marshall McLuhan describía ya en la década de los años sesenta, cuando avizoraba un mundo hiperconectado que implicaba un involucramiento en la vida privada.

De tal manera que, paradójicamente, esa mayor cantidad de información no conducía a una mejor comprensión del mundo, por el contrario, dificultaba la posibilidad de ver la realidad, pues solo se observaba un pasaje del medio en que se vivía. Es decir, lo que sucede actualmente con las redes sociales y la navegación en internet.

A partir de 1995, año en que se considera se hizo generalizado el uso de la internet, comenzó a construirse el ciberespacio en el que navegamos diariamente, algunos para enterarse de las preocupaciones de personas afines a ellas (las amistades en las redes sociales) y otros para informarse en determinadas páginas de los acontecimientos, según el enfoque que coincide con sus intereses en política, cultura, creencias, aficiones y otras afinidades, pues el acceso a más contenidos no proporciona un mejor contexto político, social o cultural, pues en las redes se tiene la posibilidad de elegir “amigos” o a quien seguir, que por lo general es a quien comulga con nuestras ideas y creencias.

Los divulgadores y periodistas científicos se enfrentan a ese sesgo informativo en la internet, en la que deben compartir el espacio con un variado número de usuarios que pueden o no estar interesados en lo que se les ofrece o son presa fácil de la seudociencia.

El reto para divulgadores y periodistas es transmitir información veraz, completa y equilibrada de una forma atractiva para cautivar al receptor desde las primeras líneas, con el objetivo de contribuir a informar de un acontecimiento que afecta o puede afectar al individuo o a la sociedad; asimismo, el periodista debe proporcionar el contexto político, social y cultural en que se desarrolló la noticia y debe contribuir a crear un pensamiento científico o crítico para construir sociedades más y mejor informadas.

Lo último puede parecer muy ambicioso; sin embargo, es uno de los objetivos que debe cumplir quien se dedica al periodismo de ciencia, pues no basta con dar cuenta del avance científico y tecnológico, que en ocasiones puede parecer desligado de la realidad cotidiana de la sociedad o incluso algunos creadores de contenido banalizan y convierten en el “dato curioso” o el “¿sabía usted que…?” de los que lamentablemente se nutren algunos yotubers y los influencers para obtener más “clics”.

Ante esa tendencia de trivializar la información, las páginas de divulgación y de periodismo científico, como La Genoteca, tienen una tarea inmensa para transmitir sus trabajos con apego a la ética informativa y periodística, sin escuchar el canto de las sirenas, que asechan a quienes navegan por la internet, ni caer en el recurso fácil del sensacionalismo o del abuso de las posibilidades multimedia de los sitios de la internet.

Los retos de las nuevas herramientas tecnológicas

Siempre debe tenerse presente que las nuevas tecnologías son herramientas que han facilitado muchos de los trabajos de técnicos de diferentes oficios, profesionales de todas las disciplinas, incluidos los divulgadores y periodistas, a quienes Kapuściński advirtió que esas herramientas “facilitan enormemente nuestro trabajo, pero no ocupan su lugar. Todos los problemas de nuestra profesión, nuestras cualidades, nuestro carácter artesanal, permanecen inalterables. Cualquier descubrimiento o avance técnico puede, ciertamente, ayudarnos, pero no puede ocupar el espacio de nuestro trabajo, de nuestra dedicación al mismo, de nuestro estudio, de nuestra exploración y búsqueda” (Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo).

Estas nuevas herramientas del universo digital ofrecen grandes ventajas, como la posibilidad de contar con más canales de información, que permiten contrastar las fuentes de información en todas las profesiones; pero al mismo tiempo la saturación de la información lleva a ocultar lo importante y privilegiar lo superfluo e intrascendente.

Los divulgadores y periodistas tienen como labor estar atentos con todos los sentidos en el acontecer científico y tecnológico del país y del mundo, para encontrar la noticia o la información sobresaliente donde otros solo ven contenidos poco relevantes.

La saturación de información es casi directamente proporcional al aumento de noticias falsas (fake news) o medias verdades, que reproducen conductores de noticiarios, usuarios de las redes sociales e influencers, con la pretensión de ser los primeros en dar una noticia u obtener más “me gusta”, sin detenerse a investigar si esa información es cierta, como establece una de las características esenciales del periodismo: la verificabilidad, que es extensiva al divulgador, por supuesto.

Lo que debe hacerse para aprovechar esta herramienta es contrastar las fuentes de información, buscar otros canales para verificar las noticias, ya que una de las razones de esos borregos (difusión de noticias falsas) es la inmediatez que consideran los creadores de contenido debe tener la internet.

Parodiando a nuestro filósofo de la canción, José Alfredo Jiménez: no hay que llegar primero sino hay que ser veraz; pero algunos sucumben a la tentación de buscar el mayor número de “me gusta” o, en el caso de algunos diarios impresos que comienzan a transitar por internet, hay la presión de los dueños de esos medios por lograr “exclusivas” que les den más “clics” para conseguir publicidad.

Por supuesto, también están allí los influencers y algunos youtubers que se consideran periodistas, pero solo crean contenidos con intereses comerciales o con fines políticos, carecen del rigor, veracidad, contextualización y jerarquización que distingue al periodista. De tal forma que las redes sociales se saturan de contenido que puede ser falso pues no hay ningún compromiso con el rigor y la exactitud.

Ante el cúmulo de información que se genera en la internet, debe tratarse de distinguir entre la noticia y la publicidad, pues “Noticia es lo que alguien hace en alguna parte y no quiere que se sepa”, según planteó Lord Northcliffe, citado por Ramón Reig en Dioses y diablos mediáticos o como consideró Leon Sigal (citado por Thomas E. Patterson en Informar las noticias. Hacia un periodismo basado en el conocimiento): “la mayoría de las noticias no son lo que pasó, sino lo que alguien dice que pasó”. Por lo tanto, se debe llegar a la fuente original.

Asimismo, deben ponerse en práctica las 4 I de las funciones del periodismo: Información de interés público, como el buen funcionamiento de las instituciones o los organismos privados que inciden en la sociedad; Imparcialidad, por medio de la presentación de la información lo más equilibrada posible; Independencia, la búsqueda de información verificable de interés público, aunque se afecten intereses gubernamentales o corporativos; Investigación, que se ponga a disposición de la sociedad.

En esta tarea de verificación, ya no se trabaja de forma aislada, existen grupos serios y éticos que se dedican a verificar informaciones, como Red LATAMCHEQUEA, El Sabueso (Animal político), Verificado, El Editor de la Semana y la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia, esta última dedicada a temas científicos.

La divulgación y el periodismo de ciencia se enfrentan a esos y otros retos en el universo digital, pero también cuentan con esta valiosa herramienta que encuentra su mayor utilidad en la entrevista y en el reportaje, pues permite establecer vínculos a contenidos de la misma página o a otras para obtener más información; asimismo se tiene la posibilidad de incrustar videos, audio o animaciones.

Por lo tanto, esta valiosa herramienta permite a divulgadores y periodistas científicos establecer una verdadera comunicación con usuarios de diferentes países, culturas y convicciones, con un contenido veraz, completo, equilibrado y contextualizado sobre el quehacer científico y tecnológico.

En la medida de que esta labor constante y de buena calidad se lleve a cabo, la fragmentación de la realidad que describía McLuhan, podrá empezar a conformar una mundo armónico y coherente sobre la información de ciencia y tecnología, por lo menos, para coadyuvar a armar el rompecabezas integral del Homo narrans.

Los artículos de opinión son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan el punto de vista de La Genoteca.

Si estás interesado en otra cara de la moneda de la divulgación científica por medios digitales, te recomendamos leer la siguiente nota del divulgador Sebastian Rojas (WikiSeba).

Referencias

  • Kapuściński, Ryszard (2013). Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo, edición de Maria Nadotti, Barcelona, Editorial Anagrama.
  • Mankell, Henning (2015). Arenas movedizas, México, Tusquets Editores.
  • Patterson, Thomas E. (2018). Informar las noticias. Hacia un periodismo basado en el conocimiento, México, Centro de Investigación y Docencia Económicas.
  • Reig, Ramón (2004). Dioses y diablos mediáticos, Barcelona, Ediciones Urano, S.A.

Fotografía: Trabajo de Kim Nowacki, via Flickr.